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  • Foto del escritorJORGE EDUARDO RODRIGUEZ

INFRACCION DE LA LEY



1 Juan 3: 4-10


Autor: Jorge Rodriguez-Sierra

 


INTRODUCCIÓN


La palabra pecado es tan usada como parte del lenguaje diario que con el tiempo ha perdido su significado real. Se usa para describir el consumo de un alimento que tiene muchas calorías, también por no haber visto un evento en particular, por apoyar o no apoyar a cierto equipo deportivo, etcétera. La palabra implica en nuestra sociedad actual como algo que no debería hacerse pero en cuestiones que no tienen importancia y por lo tanto no tiene consecuencias ni implicaciones relevantes. Quizás lo peor de todo es que desde el punto de vista espiritual cada religión tiene una forma muy diferente para definir el pecado, algunas la asocian al karma, mientras que otras lo clasifican de acuerdo al tipo de acción que se llevo a cabo, por la gravedad, por el modo, por la manifestación, por el motivo, por el tamaño, por la relevancia; todo esto ha llevado al pecado a ser dividido en dos tipos: banales y mortales, en otras palabras hay pecados mínimos y hay pecados importantes. Se ha diluido tanto el termino pecado que ya nadie sabe a ciencia cierta su significado real y la relevancia que tiene para el hombre. Si queremos saber que es el pecado necesitamos regresar a la Palabra de Dios y que él sea quien nos de la definición clara y sus implicaciones.



EL PECADO ES INFRACCIÓN

1 Juan 3:4

“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.”


Dios nunca le ha complicado al hombre lo que necesita saber, mientras que las religiones hacen todo una tesis de la palabra pecado, Dios la define en pocas palabras, pecado es “infracción de la ley”. Así de simple pero es necesario hacer una revisión cuidadosa del significado de cada una de estas palabras para poder entender lo que estas nos dicen.

La palabra Infracción nos habla de ser o comportarse en total desafió a la ley, implica un acto malo, iniquidad, rebelión y desobediencia contra la ley de Dios. Es cuando el hombre no se conforma sus acciones a los mandamientos de Dios, es no cumplirlos; en cuestión practica la infracción de la ley es no amar a Dios ni al prójimo.

Y toda persona que se comporta de esta forma en particular cometiendo actos malos son los que desobedecen y desafían las leyes de Dios. En otras palabras es vivir en anarquía, viviendo bajo sus propios términos sin respeto a nadie, solo se trata de los deseos de esa persona y lo que en su ego piensa que todas las circunstancias deben someterse a sus deseos, por lo tanto están apartados de Dios y son practicantes de la maldad.


Muchas personas reducen el pecado al significado literal de la palabra que es errar el blanco o no practicar la justicia, pero al hacerlo pierden de vista que el pecado es un acto cometido en contra de Dios. El concepto de la palabra pecado estaba muy claro en la mente del rey David que al arrepentirse de haber cometido envidia, adulterio, engaño, mentira y asesinato no dice que estos actos fueron hechos en contra de las personas a quien el afecto sino afirma categóricamente que estos actos fueron en contra de Dios al decir: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos;...” (Salmos 51:4). Esa es la relevancia del pecado, la gravedad que tiene; no hay nada que lo justifique ni lo haga menos malo.



EL PECADO ES QUITADO

1 Juan 3:5

“Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.”


El Apóstol Juan después de definir el pecado ahora nos deja en claro que no hay nadie ni nada que pueda borrar o hacer desaparecer los pecados del hombre aparte de Cristo. El pecado tiene consecuencias y quien comete un pecado esta sujeto a ser responsable de los actos cometidos. Esta es la razón por la cual Cristo vino a este mundo en forma de humano para destruir y retirar los pecados del hombre que se arrepiente. Esto es un conocimiento que el cristiano posee y entiende a la perfección. ¿Y como pudo Cristo quitar el pecado? Cristo al nunca pecar pudo ofrecerse como el sacrificio perfecto que Dios demandaba para poder otorgar el perdón de pecados, al morir y derramar su sangre en una cruz dio el pago completo y perfecto de tal manera que ya no hay necesidad de agregar nada mas para poder conseguirlo. El autor del libro de los Hebreos nos dice que la sangre de Cristo limpia nuestras conciencias de obras muertas (Hebreos 9:14) y este acto fue llevado a cabo una vez y para siempre (Hebreos 9:26), el Apóstol Pedro nos dice que fuimos rescatados con la sangre preciosa de Cristo: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” (1 Pedro 1:18-20).


Solo alguien perfecto podía pagar por todas las acciones de desobediencia del hombre.



EL PECADO IDENTIFICA


A) AL QUE PERMANECE EN DIOS

1 Juan 3:6-7

“Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.”


Al continuar el Apóstol Juan su discusión sobre el pecado vuelve hacer claro que un verdadero cristiano es aquel que tiene une relación estrecha con Dios por lo tanto no tiene como estilo de vida llevar a cabo actos que desobedecen a Dios. Este hombre no busca con sus acciones ofender a Dios, no festeja ni celebra los pecados, al contrario le afecta haber cometido el pecado y busca a Dios para pedir perdón sabiendo que Cristo es su abogado (1 Juan 2:1). Pensar que un verdadero cristiano no vuelve a pecar es contradecir lo que Dios nos dice en su Palabra: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:8-10). Pero el hombre que su estilo de vida es vivir en anarquía desobedeciendo a Dios continuamente solo revela que no lo conoce y no es su hijo. Dios no puede ser engañado pero también los hijos de Dios no deben ser engañados por quienes dicen ser cristianos y no lo son ya que si fueran vivirían bajo el estándar de conformidad a las leyes y la moralidad que Dios establece en Su Palabra ya que como hijos tienden a imitar a su Padre revelando que es Cristo el Señor de sus vidas.


Si una persona vive en pecado y ademas se complace con quienes lo practican no son hijos de Dios, así de fácil es identificarlos como lo afirma Pablo en su carta a los Romanos: “estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” (Romanos 1:29-32).



B) AL QUE PERTENECE AL DIABLO

1 Juan 3:8

“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio...”


Las personas que se conducen y se comportan desobedeciendo las leyes de Dios pertenecen al adversario de Dios y son muy parecidos a él en sus actos. Practicar el pecado nos habla de alguien que en forma habitual lleva a cabo una serie de conductas malas contrarias a los mandatos de Dios y estas son gobernadas por Satanás. En esta frase Dios hace evidente que no hay puntos intermedios y aquel que tiene como conducta habitual desafiar a Dios no tienen nada que ver con él y están bajo la influencia del diablo ya que esta es su naturaleza cuando decidió tratar de ser como Dios y se revelo contra él (Isaias 14:12-14). En pocas palabras quienes desobedecen a Dios son semejantes a Satanás, Jesús mismo lo estableció así al decir: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44).



EL PECADO ES DESTRUIDO

1 Juan 3:8

“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.”


Cristo vino a este mundo para terminar y causar la destrucción de los actos del diablo al poner fin a la rebelión, la tentación, las falsas enseñanzas, el poder de la muerte y la separación del hombre con Dios. El hombre que desobedece a Dios se convierte en esclavo de Satanás y le obedece (Romanos 6:16). La muerte de Cristo en la cruz vino a dar libertad y salvar al hombre pecador liberándolo del poder del pecado; Pablo nos dice de Cristo: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” (1 Timoteo 1:15).



Cristo no vino a este mundo a dar prosperidad y bienes materiales a quienes depositen su fe en El. La razon fue espiritual, todo hombre es pecador asi lo declara Dios (Salmos 14:1-3) y no hay ninguna manera para que el hombre pueda reconciliarse con Dios, por ello Cristo vino a este mundo a darse como el sacrificio perfecto para pagar por el pecado de todo hombre, pero solo sera efectivo para aquel que crea y se arrepienta.



EL PECADO NO ES PRACTICADO

1 Juan 3:9

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”


Las únicas personas que no tienen como estilo de vida practicar el pecado son aquellas que nacieron de nuevo espiritualmente, lo que les lleva a tener una nueva naturaleza dejando sus actitudes y acciones previas, estos son los que recibieron a Cristo como su Señor y Salvador. Nadie en su propia fuerza puede liberarse de la esclavitud del pecado por mas que lo intente, ninguna religión tiene el poder de liberar al hombre, solo Cristo puede hacerlo, así lo afirma el propio Pedro al decir en su primera predicación que no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos (Hechos 4:12). La razón para que el estilo de vida de estas personas no sea dominado por el pecado es porque son hijos de Dios y por lo tanto tienen una relación estrecha con él, esto les lleva a tener nuevos deseos para hacer lo correcto porque están bajo las ordenes de Dios. Alguien que experimento un nacimiento espiritual no puede vivir en el pecado, ni lo practica a cada momento, el hijo de Dios fue llamado a ser santo o apartado del pecado en toda su manera de vivir (1 Pedro 1:14-16). Dios nos exhorta a no continuar pecando: “Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado?” (Romanos 6:1-2 NTV).



EL PECADO IDENTIFICA

1 Juan 3:10

“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”


El pecado hace una gran división permitiendo identificar a las dos únicas familias espirituales que existen en este mundo, una de ellas esta conformada por toda persona que no se sujeta a los mandatos de Dios y se pueden identificar como aquellos que no muestran amor a su prójimo al cometer actos como no respetar a los padres, matar, insultar, cometer adulterio, robar, mentir y codiciar; al llevar a cabo cada una de estas acciones en forma continua determina en forma categórica que nunca han conocido a Dios y por lo tanto su padre es el diablo y están a su servicio. La persona que practica el pecado como estilo de vida da a conocer quien es en realidad, en donde esta su lealtad y a quien obedece. Santiago en su epístola escribe: “ Ahora bien, alguien podría argumentar: «Algunas personas tienen fe; otras, buenas acciones». Pero yo les digo: «¿Cómo me mostrarás tu fe si no haces buenas acciones? Yo les mostraré mi fe con mis buenas acciones».” (Santiago 2:18). La verdadera fe lleva a la acción, la fe se demuestra por una transformación radical en el estilo de vida que se lleva, la persona puede engañar a otros y hasta a él mismo por un tiempo pero su verdadera naturaleza se va a manifestar tarde o temprano y va a mostrar a que familia pertenece. Juan previamente en esta carta comenta sobre estas personas que decían ser hijos de Dios al mencionar estas palabras: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. ” (1 Juan 2:19).



NACIDOS DE NUEVO PARA NO PECAR


La practica del pecado define al hombre y su naturaleza interior. Un hijo de Dios es quien tuvo un nacimiento espiritual al arrepentirse de sus pecados y depositar su fe en Cristo por lo que no tiene razón o motivo para continuar viviendo en pecado al tener una relación estrecha con Dios y no estar mas en rebelión contra sus mandatos. El cristiano sabe que Cristo vino a darle libertad, a rescatarlo de la muerte eterna, a destruir lo que el diablo consiguió en el huerto del Edén cuando al tentar a Adán y a Eva terminaron pecando provocando de esta manera la separación entre el hombre y Dios. La respuesta del cristiano al recibir el perdón de Dios y la seguridad de la vida eterna es someterse a la autoridad de Dios no como una obligación sino como un acto de gratitud y deja de practicar el pecado como estilo de vida y manifiesta que si pertenece a la familia de Dios. Dejar de practicar el pecado es amar a Dios, Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15). El cristiano no es perfecto, aun se tropieza con el pecado y desobedece a Dios pero ya no lo hace en forma continua, no se goza en hacer lo malo y reconoce que a cometido pecado y pide perdón a Dios por ello, Juan previamente les dice a los cristianos a los que dirige esta carta: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1 Juan 2:1).


Es importante entender la importancia del pecado y como la practica de este manifiesta e identifica a que familia pertenece el hombre. Respecto al pecado podemos ver que Juan no hace diferencia entre ellos, todos son igualmente importantes ya que todos sin excepción ofenden a Dios, al comprender esto sabemos que estamos separados de Dios y las consecuencias son graves ya que van a determinar que el infierno es el destino eterno del hombre pecador que jamas se arrepintió. El pecado no es algo para jugar, un cristiano verdadero no vive en el pecado y si lo practica como estilo de vida entonces el único que se ha engañado es el mismo y al final sera desconocido por Cristo en el juicio final (Mateo 7:21-23). Vale la pena preguntarnos: ¿Que estilo de vida me caracteriza? y ¿A que familia pertenezco?


Si usted entiende que es pecador, que esta separado de Dios y nunca se ha arrepentido por sus pecados, hoy le invito a que doble su rodilla confiese sus pecados pidiendo perdón y reciba a Cristo como el Señor de su vida.




Le invito a comunicarse con nosotros con sus preguntas y comentarios a: esclabiblia@gmail.com


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